En la evaluación psicotécnica para las armas el Real Decreto que rige la actividad es el 2487 del año 98, por el que se regula “La acreditación de la aptitud necesaria para tener y usar armas y para prestar servicios de Seguridad Privada”.

En su Anexo se establecen las pruebas necesarias para llevar a cabo una exploración rigurosa:

• Atención Discriminativa
• Resistencia a la Fatiga
• Impulsividad
• Tendencia a la trasgresión de normas
• Personalidad incidiendo en factores como: Neuroticismo, Paranoia, Agitación, Fuerza del yo (complementariamente también, Psicastenia e Hipocondría).

Se establecen además, distintos criterios de aptitud:

• Un criterio M, para personas con minusvalías que únicamente pueden usar armas con la asistencia de acompañantes y dentro de recintos especiales.
• Un criterio L, que comprende las personas sin minusvalías y que utilizan éstas sin limitaciones.
• Un criterio S, que comprende las personas que prestan servicios de seguridad privada.

En la evaluación, pueden existir deficiencias, podrían existir restricciones que, casi siempre, serían de tipo temporal.

Posteriormente, se han ido añadiendo otras evaluaciones como la tenencia de animales peligrosos, los de náutica, u otros necesarios para actividades profesionales como la seguridad privada, o el manejo de grúas que forman parte del día a día de una evaluación psicotécnica.

La función de la evaluación es fundamentalmente tener una valoración del estado psicofísico actual de cada persona, con arreglo a unos parámetros de normalidad (física y psíquica), valorado por profesionales de la medicina y la psicología, obtenidos mediante la utilización de instrumentos y pruebas homologados.

Se pretende reducir el riesgo de una persona que maneja armas, o realice otras actividades que el legislador considera peligrosas, para sufrir o producir incidentes o accidentes; es decir, lo que se pretende es evitar accidentes o incidentes que por las características físicas y/o psicológicas de quien realiza las pruebas se pueden anticipar.